lunes, 13 de abril de 2015

Francisco de Quevedo.

Por nuestra codicia lo mucho es poco; por nuestra necesidad lo poco es mucho.


El rico come; el pobre se alimenta.


Lo mucho se vuelve poco con desear un poco más.


Todo anhelamos llegar a viejos y todos negamos que hemos llegado.


No es dichoso aquel a quien la fortuna no puede dar nada más, sino aquel a quien no puede quitar nada.


Sale de la guerra, paz; de la paz, abundancia; de la abundancia, ocio; de ocio, vicio; del vicio, guerra.


El que quiere en esta vida todas las cosas a su gusto, tendrá mucho disgustos en la vida.


Mejor vida es morir que vivir muerto.


Lo más seguro es no ponerse en peligro.


El que parece sabio entre los tontos parece tonto entre los sabios.


Cuando decimos que todo tiempo pasado fue mejor, condenamos el futuro sin conocerlo.


No conviene mostrar la verdad desnuda sino en camisa.


Menos mal hacen cien delincuentes que un mal juez.


Ningún vencido tiene justicia si lo ha de juzgar su vencedor.


Pocas veces quien recibe lo que no merece, agradece lo que recibe.


Más fácilmente se añade lo que falta que se quita lo que sobra.


Bien se puede perdonar a un hombre se necio una hora, cuando hay tontos que no lo dejan de ser una hora en toda su vida.


La soberbia nunca baja de donde sube, pero siempre cae de donde subió.


Nadie ofrece tanto como el que no lo va a cumplir.


La salud es como el dinero, que se goza gastandola, y si no se gasta, no se goza.


Ninguno aprenda solo un oficio, que el ratón que solo conoce un agujero, pronto está perdido.







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