Si
no puedes gobernarte a ti mismo... ¿cómo sabrás gobernar a los
demás?
Yo
no enseño a quien no se esfuerza en comprender.
Nunca
olvidéis, discípulos, que un gobierno opresor es más cruel que un
tigre.
No
hagas a los otros lo que no te gustaría que te hicieran a ti.
Pensar
dos veces ya es bastante.
El
que por la mañana ha conseguido conocer la verdad, ya puede dormir
por la tarde.
El
silencio es el único amigo que jamás traiciona.
Algún
dinero evita preocupaciones; mucho, las atrae.
El
que domina su cólera domina a su peor enemigo.
Por
muy lejos que vaya el espíritu, nunca irá más lejos que el
corazón.
Aprender
sin pensar es inútil. Pensar sin aprender es peligroso.
Una
voz fuerte no puede competir con una voz clara, aunque esta sea un
simple murmullo.
Cada
cosa tiene su belleza, pero no todos pueden verla.
Los
vicios vienen como pasajeros, nos visitan como huéspedes y se quedan
como amos.
Estudia
el pasado si quieres pronosticar el futuro.
El
que exige mucho de sí mismo y poco de los demás, estará libre de
odio.
Difícilmente
yerra un hombre por exceso de moderación.
Oír
o leer sin reflexionar es una ocupación inútil.
En
todos los ritos, la sencillez es mejor que la extravagancia.
Quien
gobierna a un pueblo dando buen ejemplo se parece a la estrella
polar, que permanece inmutable mientras los otros astros dan vueltas
a su alrededor.
Estudiar
equivale a pulir la piedra. A fuerza de cultivarla, se purifica el
espíritu.
El
hombre superior es cortés, pero no rastrero; el hombre vulgar es
rastrero, pero no cortés.
Nunca
hagas apuestas. Si sabes que has de ganar, eres un pícaro; y si no
lo sabes, eres un tonto.
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